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La valentía de ser gorda

"Il mito greco insegna che si combatte sempre contro una parte di sé, quella che si è superata, un antico se stesso. Si combatte soprattutto per non essere qualcosa, per liberarsi. Chi non ha grandi ripugnanze, non combatte." "El mito griego enseña que se lucha siempre contra una parte de sí mismo, aquella que está vencida, un antiguo sí mismo. Se combate sobre todo para no ser esa cosa, para liberarse. Quien no tiene una gran aversión, no lucha"

Cesare Pavese, "Il mestiere di vivere"

Hace unos días hablando con una amiga , me decía que soy muy valiente.

Valiente, de la misma manera liviana que llamamos a aquellos que un buen día ahogados por las circunstancias se marchan lejos para currar de lavaplatos o de ingenieros mal pagados fuera de nuestras fronteras. Los llamamos valientes influidos por las estúpidas y edulcoradas historietas de españoles por el mundo o similares.

La valentía es otra cosa, a ésto yo le llamo necesidad.

Valiente me dice. Sonrío. Me siento halagada , de esa forma en la que los reservados en afectos nos sentimos cuando nos regalan los oídos. Yo a menudo me quedo sin palabras , presa de una extraña vergüenza.

En realidad , gritar al mundo la evidencia no es una cuestión de arrojo sino de afianzamiento. No tiene ningún merito. No es heroico ni desinteresado.

Yo también , aquí y ahora, lucho contra mis propios monstruos, en realidad es otra manera de curarme los años de kilos y kilómetros de apocamiento y turbación.

Una mañana desperté sabiendo ,todavía sin ponerle rostro ni palabras, que la represión, el complejo o la inferioridad no iban a quedarse dentro nunca más. Que mi condición de mujer gorda, gallega y gafotas, no eran más que una descripción aséptica, neutra ,de todo lo que soy, mejor aún, de lo que llegaré a ser.

Luego, más tarde, más lentamente, llegó la lucha. Tras la conciencia de aceptación, aparece el apremio por la transformación general. La necesidad de cambiarlo todo, no sólo dentro, no sólo en silencio, no sólo para uno mismo. Y comienza a su vez la búsqueda, la inquietud intelectual, el empoderamiento.

Renegar de lo que somos sólo nos lleva al empequeñecimiento, a la indignidad. Y yo siempre he deseado llegar a ser mejor persona, mejor mujer.

Cualquiera podría decirme que nada de esto tiene importancia, que ser gorda en esta sociedad es tan complicado como lo sería para cualquiera y quizás tengan razón. Yo sólo puedo verlo desde mi propio pellejo, desde mis propias sensaciones. Pero aún asumiendo que todos y cada uno de nosotros debemos superar nuestros escollos, sigue siendo curioso, que aplaudan el hecho de escribir abiertamente y sin complejos sobre mi vida lorzosa y gorda.

Y está claro, que algo huele a podrido cuando por contar lo que somos, lo que veis, abogar por una sociedad más tolerante y libre de patrones es visto como un ejercicio de coraje.

Nos queda mucho por hacer.

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