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Barrigas

Defiendo las barrigas gordas como la mía.

Esa que siempre quiere escaparse fuera de los pantalones, la que forma ondas impertinentes en mis vestidos. La misma panza sobre la que se enrosca la gomilla de las medias y me fastidia en mitad de una siesta.

Defiendo las barrigas, mis lorzas y las ajenas, por vocación, por voluntad, y por activismo. No podría ser de otra manera.

La propia conciencia de aceptación me avoca a defenderme con fuerza. Es un desafío constante, y a menudo, no lo negaré, una jodienda, una realidad con espinas.

Defiendo las barrigas porque es mortificante luchar por aceptarme cuando no encuentro ropa de mi talla, cuando se supone que soy yo la que debe cambiar para entrar en el mercado de la abundancia y no al contrario.

Defiendo las barrigas porque está socialmente aceptado que mi gordura no es un estado físico, es sólo una etapa de cambio hasta convertirme en lo que se supone que está dentro, que es flaco y por ende hermoso a la vista: Mi cuerpo como destinatario de la transformación , como vivir en una crisálida gigante de la que emergerá la mariposa que todos esperan.

Defiendo las barrigas porque aceptarme en un cuerpo sin patrones es vivir constantemente luchando contra el sentimiento de culpa, al menos hasta que se quiebra.

Defiendo las barrigas porque la autoaceptación es siempre desafiante y compleja. Aprendo a no negarme para hacerme visible.

Defiendo las barrigas siendo una paria, una excluida, una desaventajada.

Defiendo las barrigas aún, en ocasiones, queriendo arrancarme los kilómetros de carne.

Defiendo las barrigas:

Porque hay días en los que desearía no escuchar, “serías muy guapa con unos kilos menos” .

Porque hay días en los que no soporto que el hombre que ansío sólo me mire con gracia y no con deseo.

Porque hay días en los que desearía ser la reina de todas las salsas.

Porque hay días en el que las miradas me hieren, me desarman. Porque algunos otros me enfurecen, me exasperan, me fuerzan a imaginarme un día de furia y barrigazos contra las estupideces.

Porque hay días, en lo que me canso de ser quien soy y de tener que reivindicarme constantemente.

Defiendo las panzas orondas y danzarinas, porque creo en el poder transformador de la inclusión , la tolerancia y la diversidad.

Defiendo las barrigas porque ,como diría Benedetti, defiendo la alegría.

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