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Gorda ¿ y qué?

Hace tiempo que no escribo. En ocasiones ocurre que las palabras se me agarrotan en el pecho o dan vueltas en el estómago, están ahí , las siento, me poseen, pero son incapaces de salir del cascarón con orden y concierto.

Me asaltan interrogantes, cuestiones importantes, con las que necesito construir un discurso coherente y exacto alrededor de mi conciencia como mujer, como feminista, como gorda, donde el cuerpo es el eje focal de todo. Soy como la polilla volando en círculos sobre una misma luz.

Y lo cierto es que estoy harta de las mismas elípticas respuestas....

A veces tengo que morderme los brazos para no gritar en mitad de la calle y convertirme en el monstruo irracional y pegajoso como el que algunos me transforman inmediatamente al observarme y desde el que poder escudriñarme, juzgarme o condenarme.

Y sólo soy carne, un hermoso rollito de carne que desea comerse a dentelladas la estupidez humana.

Pero ¿cómo desactivo la injuria? ¿Cómo la palidezco? ¿Qué poder puedo otorgarme para contribuir a la destrucción del agravio?

Mi respuesta siempre es la misma: El espejo.

Una simple tabla de cristal bruñida que refleja lo que soy. Con mis ondas, mis redondeces , mis estrías , mis pliegues y curvas, y pelos, y poros, y dudas y miedos....

Cuanto más me observo, más me libero, más me encuentro, me asiento, me reafirmo.

Y me llamo gorda...y me educo en la diferencia.

La liberación es un ejercicio personal y solitario. Es la metamorfosis del indefenso. Del yo, derrotado, asustadizo y acomplejado, al yo empoderado, valeroso, robusto y bizarro.

El espejo nos arranca la culpa, nos aleja de ambages y pretextos. Soy gorda , ¿y qué?

Transformarme para gozar, ese el camino.

Y ya no pueden tocarme. Soy gorda , ¿y qué?

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