top of page

Verdades sobre mi novio el flaco

La delgadez está sobrevalorada, lo sabemos.

Pero para cierto tipo de mentes establecidas permanentemente en el tópico y la norma, que una mujer gorda tenga como compañero, amante, esposo o pareja, llamémoslo como queramos, a un muchacho fibroso y esbelto , además de milagroso, nos convierte en una especie de heroínas sociales, confiriéndonos un plus en el escalafón.

Una gorda con un guaperas larguirucho y modernete es un hecho tan inexplicable como exitoso. Inmediatamente en el ranking social pasamos de inexistentes a triunfadoras.

Lo sé, es un concepto tan apestoso como real. Y por supuesto, no perderé ni un sólo segundo en combatirlo o discutirlo, por simple hastío intelectual. Es tan ridículo e ignorante que simplemente señalo lo que suele suceder, sin más.

Pasamos del escarnio al aplauso, como si en realidad el halo de la gloria nos hubiera tocado con su barita mágica....

Pero corramos un tupido velo al respecto y digamos la verdad: para una mujer gorda es una cantinela tener por compañero a un lindo montoncito de huesos.

Y que nadie se me enfade, la mayoría de mis parejas han sido hombres delgados, los he querido mucho y he sido muy feliz ,independientemente de otras consideraciones más sutiles, quizás, pero no por ello menos importantes y que a menudo suelen silenciarse.

Tener un novio flaco, cuando lo superas en carnes y lozanía puede ser en ocasiones terriblemente inquietante. La sensación de pasarte los días ahogando entre mullidas lorzas a tu enamorado no es especialmente agradable (aunque el chaval lo disfrute).

Lo sé, nos enamoramos de quien nos enamoramos, es aleatorio, sorprendente y emocionante. Y a menudo no solamente tiene que ver con los aspectos más físicos....pero cuando ocurre que la diferencia corporal es evidente, los escollos comienzan a resaltarse sin remedio alguno.

Ese terrible instante en que en pleno apasionamiento tienes que decirle: “querido, muévete, estás tatuando tu cadera en mis mollas”. O la angustia vital que te aborda cuando en un arranque de felicidad el muchacho se lanza a estrecharte entre sus brazos y pretende levantarte como si fueras un ligero pajarillo, y tú , en silencio, más tiesa que una vara, sólo puedes pensar en el dolorín de espalda que se le va a quedar después de tremendo esfuerzo infructuoso.

Ellos te adoran e intentarán cualquier ejercicio habitual entre cómplices...pero queridos míos, dejad de intentar esas cosas: Uno, va en contra de las normas más básicas de la estabilidad muscular y lo más importante, nos incomoda.

No podré pasarme horas sentada encima de mi novio flacucho, a no ser que él quiera descubrir lo que es un culo vasoconstrictor. Ni disfrutar toda la noche tumbada sobre su pecho a no ser que desee vivir en la anoxia como las bacterias. Lo de cruzar el umbral de cualquier sitio en brazos de tu amado queda relegado para siempre como si se tratara de un mito urbano...y lo de follar en volandas en pleno calentón, mejor lo dejamos, a no ser que deseemos terminar en urgencias con una luxación de huesos (los suyos, por supuesto).

Estoy segura que no cuento nada que no le haya sucedido a cualquier oronda con su enamorado de pocas carnes....Así que a falta de un hombretón enorme y poderoso que pueda sobrevivir sin apuros a nuestra corpulencia, recordad que siempre podemos darle la vuelta a los códigos habituales y comenzar a llevar nosotras a nuestros flaquitos preferidos en volandas a la cama....

 Recent   
 Posts  
bottom of page